JELENA VASILJ

Habla de la oración

Jelena es una de las llamadas videntes de la segunda generación. Ella y Marijana fueron agraciadas, poco tiempo después del inicio de las apariciones en Medjugorje –siendo ambas muy niñas- con manifestaciones espirituales de la presencia de la Virgen en la misma aldea croata donde ellas vivían. Sus experiencias difieren de la de los otros videntes en que ellas tienen visiones y locuciones interiores. Siempre, desde muy pequeña, ha llamado la atención la madurez espiritual mostrada por Jelena. Por deseo de la Santísima Virgen formó un grupo de oración.

A continuación ofrecemos parte de una disertación de Jelena y la entrevista que la sucedió:

“Como ya he dicho en otras ocasiones la mía no es una experiencia de ‘visión’ sino una experiencia  oración.

¿De qué se trata? De inspiraciones que recibo en la ORACIÓN. El Señor no me da la capacidad de entender el futuro del mundo, no son intuiciones que tienen que ver con los secretos… Este ‘don’ también está muy condicionado a la apertura y al crecimiento que la persona quiera hacer, por lo tanto, ha de volverse siempre más profundo y con él más profunda la vida espiritual de la persona.

Nosotros entendemos la fe -desde siempre como una luz que ilumina nuestra existencia y nuestros pasos porque verdaderamente somos la familia de Dios. Esta fe debe ser nutrida si es que queremos crecer en la cercanía de Dios; sobre todo ¡con mucha oración!. Porque en la oración nos abrimos completamente a Él y se vuelve ése un momento exclusivo para Dios.

Hoy se suele escuchar: ‘Pero, ¿no es mejor hacer una obra de caridad?’, o bien ‘quizás sería mejor que  menos caridad’. Hay quien en la Iglesia hace mucha actividad: esto es muy bonito; otros prefieren una vida más contemplativa. Pero si leemos los Evangelios, si leemos las Cartas de San Pablo y escuchamos los mensajes que aquí se dan, vemos que es posible llegar a este equilibrio. Ciertamente que un amor nutre al otro: más amamos a Dios más somos capaces de amar al hermano; y si estamos cerrados al hermano por cierto que también estamos cerrados a Dios.

Mientras en nosotros habita el odio no podemos pensar que seremos transformados por la oración; a Dios debemos buscarlo en la verdad. Entonces, pienso que la relación que tenemos con Él en la oración nos ayuda a liberarnos de todas las falsedades que a menudo llevamos con nosotros en las relaciones humanas. Delante de los otros podemos hasta esconder las cosas, pero delante de Dios debemos abrir el corazón por completo si es que queremos que Dios lo transforme.

Es por eso que la Virgen siempre nos enseña que lo primero es la contrición. Verdaderamente debemos pedirle al Señor que nos libere de todos los impedimentos, porque ha sido dicho que ‘Cristo es el único huésped que cuando entra en tu casa no deja nada como era’.

Por ello, cuando comenzamos a orar, debemos buscar morir un poco a nosotros mismos, pedirle al Señor que nos libere de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, de todo lo que es negativo. Debemos pedirle que nos dé fuerza…

Esta es la oración del abandono. ¡Es verdaderamente necesario lograr encontrar la paz en la oración! A Dios no le interesa mucho lo que podamos recitar, a Él le interesa la persona. Dios quiere nuestro corazón, no nos pide que seamos subjetivos y que hagamos las cosas como nosotros queremos hacerlas; quiere -en cambio- nuestra total adhesión, nuestra participación.

Por ello, si buscamos a Dios debemos unirnos, sobre todo, a la vida sacramental, a la gracia, en especial a la SANTA MISA. Nosotros los católicos, a menudo vivimos hambrientos cuando tenemos, todos los días, este Alimento que se nos da cada día… Y si hemos olvidado ir a Misa, o si no pensamos que sea necesario participar de ella asiduamente, entonces pienso que nos debemos preocupar, porque nuestra fe está en crisis…

Quien quiere crecer en la vida espiritual debe adiestrar mucho su voluntad, su capacidad de decir sí y de morir a sí mismo. Verdaderamente, debemos hacer este acto de confianza y, luego, los frutos vendrán. Tenemos a Dios como nuestro garante y no tenemos que preocuparnos de ver o no los frutos de nuestra vida espiritual.

La Virgen siempre nos aconseja prepararnos para la Santa Misa, llegando al menos cinco minutos antes, para preparar nuestro corazón. Y nos aconseja, también, dar gracias después de la Misa, porque cada uno de nosotros se ha vuelto un tabernáculo viviente de Dios en el mundo.

La Santísima Virgen nos dio otro consejo: aprender a ofrecernos nosotros mismos durante la Misa. Ofrecer lo que somos por dentro y presentarlo con el sacrificio de Cristo.

Luego, Ella pidió el ROSARIO, el Rosario completo con todos los 15 misterios. Y lo hizo por una razón muy simple: porque más meditamos a Cristo más lo interiorizamos, más nos volvemos como Él. Por tanto, no tengan miedo de repetir, tenemos mucha necesidad de la repetición antes de llegar a comprender algo.

La Virgen nos pide que, sobre todo, agradezcamos. También Ella nos agradece cada vez que nos habla… Pienso que nuestra relación con Dios debe estar, sobre todo, fundada en el agradecimiento. Un agradecimiento que es el verdadero fruto del encuentro con Dios, en la fe. Lo que significa darse cuenta del gran don que el Señor nos hace, ante todo del gran don de la vida que cada día nos da…

Piensen ustedes: si Dios dejase de animar esta creación ella dejaría de existir en un instante! Por lo tanto, Él está tremendamente presente en nuestra realidad! Cuando nos creó lo hizo para que pudiéramos agradecerle y alabarlo. Esta es nuestra verdadera vocación: ¡Vivir para la gloria de Dios!

Pienso que esta fe de verdad nos libera y nos da la alegría de la que habla la Virgen en sus mensajes, sin la cual es verdaderamente imposible vivir en este mundo.

El AYUNO nos ayuda, sin duda, tanto como la oración. Ayuno que hoy no está de moda. Es bello pensar que entre las obras positivas también se encuentra el ayuno. Por cierto que es una privación, pero que no vale por sí misma; quiero decir que si me privo de algo pequeño lo hago para abrirme a algo grande, inmenso: a Dios.

No quiero decir que debemos hacer una competencia heroica para ver quién puede hacer más renuncias y sacrificios. No, ciertamente. Pero, si no somos capaces de morir a nosotros mismos quiere decir que quizás hemos puesto demasiado nuestro yo en el centro de nuestra realidad.

Pienso que el ayuno logra justamente fortificar nuestro espíritu, que nos ayuda en lo profundo para decirle sí a la voluntad del Señor.

El ayuno nos enseña la humildad, nos hace comprender de qué poco tenemos necesidad para verdaderamente vivir en la alegría… Es así, sentimos como un hueco dentro de nosotros que nada lo puede llenar, jamás estamos satisfechos.

El ayuno nos hace comprender que debemos vivir la pobreza espiritual para encontrar a Dios. Ayunar y hacer penitencia no quiere decir no amar las cosas que Dios nos ha regalado sino que quiere decir saber usarlas del modo justo y con respeto. Pero, por encima de todo, nos hacer comprender que no hemos sido creados para las cosas sino que hemos sido creados para una Persona, que es Dios, y para las otras personas, porque la alegría llega sólo por medio de las personas.

Por la tradición sabemos que el ayuno nos asiste en la lucha contra el mal y Jesús, en el Evangelio, lo dice claramente. Cuando los discípulos le preguntan: “¿Cómo es que no podemos expulsar estos demonios?”, Jesús responde: ‘Ciertos espíritus malignos sólo se pueden expulsar con la oración y el ayuno.’

Cierto, el ayuno puede ser a veces algo muy delicado, por eso encuentren un director espiritual que los siga en el camino del espíritu y busquen su consejo.

Querría decirles una última cosa: la Virgen nos hizo entender que no hacemos solos este camino, no lo hacemos solitariamente; no es sólo una relación personal que tengo con Dios sino que involucra siempre al prójimo. Claro que podemos ser llamados a la vida del eremita; pero los que permanecemos en la familia, en las comunidades, estamos invitados, por la Virgen, a formar PEQUEÑOS CENÁCULOS DE ORACIÓN y debemos hacer vida contemplativa junto a la vida activa. Cuando pensamos en la vida contemplativa, en los monasterios, pensamos en una pasividad pero esto no es cierto. Porque es una vida muy activa. Una no excluye a la otra, una necesita de la otra.

Entrevista a Jelena en Agosto 1990

Pregunta: ¿Cómo uno se vence a sí mismo, las pasiones, los defectos? ¿Basta pedírselo a Dios?

Jelena: Cuando se trata del cambio de la propia vida interior, del crecimiento de las virtudes, es ahí, entonces, donde es fundamental buscar una guía espiritual. Confesarse a menudo y buscar la ayuda y la sanación de Cristo, porque debemos sanarnos por dentro. Después, obviamente, es Dios quien obra en nosotros.

P.: Esta pregunta se refiere a los grupos de oración: ¿Cómo hacer una buena preparación de la Misa?

J.: Es muy bello prepararse con las Lecturas; leerlas antes. Y luego, al llegar a la iglesia, debemos permanecer en silencio y buscar recogernos y prepararnos para la Misa.

P.: Para los grupos de oración: A veces la Misa se vive de un modo un poco impersonal. ¿Está bien hacer una oración sobre el Evangelio que une más a los corazones?

J.: ¡Es un argumento importantísimo! Debemos darle a esto una importancia primordial porque no hay nada que nos una más que la Misa. No existe una oración comunitaria que logre unirnos más. ¡Allí estamos todos reunidos! quizás millares… Es el momento cuando el Cielo desciende a la Tierra. Ahí está la Virgen, están los ángeles, están los mártires; porque no es sólo el hermano que está a tu lado con quien debes estar unido sino ¡con toda la Iglesia Universal! También la que sufre en el Purgatorio, la que ya está en la Gloria del Paraíso… porque hay una realidad objetiva: Todos participamos del Cuerpo de Cristo, Cristo es nuestro principio de unión. Todos los que recibimos la comunión tenemos el mismo Cristo dentro nuestro. Por cierto, que estas cosas están ocultas a nuestros sentidos, pero –sin embargo- es esta realidad la que hace mover el mundo.

P.: Además del sacrificio de la Misa ¿qué más podemos ofrecer por los difuntos?

J.: No hay nada más grande que la Misa. Sin embargo, también podemos aplicar las penitencias, otras oraciones, indulgencias. De todos modos, pienso que no hay nada más agradable que podamos presentar al Padre que el sacrificio de su Hijo.

P.: En la oración de sanación interior ¿qué es lo que más vale, la cantidad o la calidad?

J.: Me parece que el término ‘sanación interior’ es muy complejo. Ciertamente, no debe considerarse como una fuerza mágica que actúa en un momento… Claro, Dios puede también hacer un milagro. Cada uno de nosotros lleva consigo cosas de las que debe sanar todos los días. Algo es cierto: si no oramos no es posible sanar, porque es Dios quien entra en nuestra vida y transforma todo con su gracia. Sobre todo, tenemos el sacramento de la Santa Confesión que es el que verdaderamente nos sana. Desde luego que podemos emprender una búsqueda para lograr entender; sin embargo, no es el saber lo que nos hace libres sino la gracia de Dios. La dirección espiritual es ciertamente fundamental. Por tanto, la respuesta sería: cantidad y calidad, porque no existe una calidad sin perseverancia.

P.: ¿Cómo podemos resolver el problema de las distracciones durante las oraciones repetitivas, y también durante la Misa?

J.: Personalmente a mí me ayuda mucho el cerrar los ojos. No es fácil combatir las distracciones. Si se trata de distracciones que nos llevan al pecado, entonces es necesario cortar de inmediato el pensamiento. Si no es así, buscamos hablarle a Dios de nuestras distracciones. ¿Estás preocupado por tu hijo? Preséntale tu hijo a Dios, porque ¡a Él le interesa todo lo que está dentro de nosotros!. Las distracciones están también vinculadas a la vida que vivimos, vida movida, fatigada… Entonces, busquen vivir una vida tranquila, más en paz, sosegada. Si se está muy cansado ¿qué hacer?. En ese momento sólo se puede ofrecer el cansancio a Dios… no se puede meditar… Busquemos ofrecer estas distracciones como oraciones.

P.: ¿Cómo se hace en lo concreto para vivir la vida de oración y la vida de familia?

J.: Cada uno de nosotros necesita de Dios para lograr mantener una vida, cualquiera sea esa vida. No es que la vida de oración quite algo a la vida cotidiana, más bien pienso que es algo que debemos vivir para poder comprender.”

P. Padre Slavko es tu director espiritual ¿no es así?

Sí, junto con el Padre Tomislav Vlasic.

P. En 1985 él analizó la experiencia que tú y Mirjana comparten (se refiere a las locuciones y visiones interiores). ¿Cuáles son los mensajes que la Santísima Virgen te da a ti y a tu grupo de oración?

Son muchos. Incluyen oración, ayuno y conversión. Nuestra Señora quiere que leamos Mateo 6,24-34 todos los jueves ante el Santísimo Sacramento.

Mt 6,24-34:

Nadie puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podréis servir a Dios y al Dinero. Por eso os digo: No os preocupéis por vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, con qué os vestiréis. ¿No vale acaso la vida más que el alimento y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo: no siembran ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre del Cielo las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas? Por lo demás, ¿quién de vosotros puede añadir un instante al tiempo de su vida? Y del vestido, ¿por qué os preocupáis? Observad los lirios del campo, cómo crecen, no se fatigan ni hilan. Pero yo os digo que ni Salomón, en toda su gloria, se vistió como uno de ellos. Pues si la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada al horno, Dios así la viste, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe? No vayáis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se preocupan los paganos; pues ya sabe el Padre Celestial que tienen necesidad de todo eso. Buscad primero el Reino y su justicia, y todas esas cosas os serán dadas por añadidura. Así que no preocuparos del mañana: el mañana se preocupará de sí mismo. A cada día le basta su pena’.

P. ¿Siempre leen este pasaje frente al Santísimo Sacramento los jueves, como la Virgen les pidió?

Cuando no podemos ir a la iglesia leemos el pasaje en casa, en familia, los jueves.

P. La Virgen ¿les habla de la Iglesia?

Ella quiere que la Santa Misa sea el mayor don de nuestro día. Nos enseñó que Jesús se da a nosotros durante la Misa. Dice, también, que si vamos a Misa tibios volveremos a casa con el corazón vacío.

P. ¿Cómo recibes a Jesús?

Por medio de una oración profunda que despierta un inmenso deseo de su presencia.

P. Si tu oración decae ¿tu deseo de Dios disminuye?

Sí.

P. ¿Por qué la Santísima Madre quiere que absorban con tanta profundidad la enseñanza de su Hijo Jesús? (Se refiere a la petición de leer ese pasaje de Mateo todas las semanas y delante del Santísimo).

Nos ayuda a desenmascarar una de las grandes mentiras de Satanás.

P. ¿Qué mentira, Jelena?

Mañana”.

P. ¿Mañana? ¡Qué interesante! ¿Quieres decir que una de las grandes mentiras de Satanás es la ilusión de mañana?

Sí.

P. La mente y los apetitos humanos son capaces de muchas ilusiones. ¿No es así?

Nuestra Madre y Jesús nos ayudan a conocer que la oración y el ayuno son los que liberan la mente humana de sus ilusiones.

Fuente del texto:

Extraído del libro de Janice Connell The visions of the Children, parte de una entrevista a Jelena Vasilj, realizada en agosto de 1990 en Medjugorje. Jelena tiene visiones y locuciones interiores de la Santísima Virgen.

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