El mes de noviembre está dedicado a las benditas almas del purgatorio. La Iglesia nos invita a recordar de manera especial a los fieles difuntos, a ofrecer sufragios, oraciones y sacrificios por su salvación eterna y a pensar en nuestra vida en su etapa definitiva más allá de la muerte.

A lo largo de estos treinta y cinco años, nuestra Mamá celeste ha hablado varias veces en Medjugorje sobre la eternidad que nos espera, sobre “los novísimos” o “postrimerías”, es decir, las cosas que nos sucederán al final de nuestra vida terrena (la muerte, el juicio particular y el destino eterno, el cielo o el infierno). De ellas, sólo el infierno y el cielo son eternos, es decir, para “siempre, siempre, siempre”. Porque el mundo pasa y nuestra vida es tan sólo un parpadeo hacía la vida eterna (cfr. Mensaje del 2.08.2014), un paso, un tránsito hacia la definitiva: “no olvidéis que estáis aquí en la tierra en camino hacia la eternidad y que vuestras moradas están en el cielo” (25.07.2000).

Respecto a la plegaria por los difuntos, a la importancia y trascendencia de la oración de intercesión, nos apremia: “Queridos hijos, hoy deseo invitaros a orar todos los días por las almas del Purgatorio (…) A través de esto, queridos hijos, vosotros obtendréis nuevos intercesores que os ayudarán en la vida a comprender que las cosas de la tierra no son importantes, sino sólo el cielo es la meta a la que debéis aspirar” (6.11.1986). Es la hermosa realidad de la comunión de los santos, de la Iglesia en su triple estado actual: la Iglesia triunfante de nuestros hermanos los santos en la gloria del cielo, la Iglesia purgante de las benditas almas acrisoladas en el fuego del anhelo vehemente de Dios, y la Iglesia militante que peregrina en la historia hacía la eternidad divina. Y a nosotros, Sus hijos de la tierra, a quienes nos visita cada tarde, nos apremia: “pedid la intercesión de todos los santos que ya están en la luz. Que ellos sean un ejemplo y un estímulo día tras día en el camino de vuestra conversión. Hijitos, sed conscientes de que vuestra vida es breve y pasajera. Por eso, anhelad la eternidad y preparad vuestros corazones en la oración” (25.10.2014).

Ella ha sido enviada a nosotros por el Padre por un solo motivo, un anhelo divino que como buena Madre ha hecho suyo: “quiero que cada uno sea feliz aquí en la tierra y que esté conmigo en el cielo. Queridos hijos, este es el propósito de mi venida aquí y mi deseo” (25.05.1987).

¿Por qué tantos años de apariciones diarias? Porque Su deseo no mengua y nuestros corazones permanecen duros y sin respuesta: “de nuevo os pido maternalmente que os detengáis por un momento y reflexionéis sobre vosotros mismos y la transitoriedad de vuestra vida terrenal. Por lo tanto, reflexionad sobre la eternidad y la bienaventuranza eterna” (2.07.2012).

Su solicitud materna no se cansa de velar, de interceder por nosotros: “Estoy con vosotros para enseñaros y conduciros a la eternidad” (25.09.2009). “Deseo, hijos míos, que cada uno de vosotros se enamore de la vida eterna, que es su futuro” (25.01.2009).

En los primeros años de las Apariciones, cuando aceptaba que le hicieran preguntas, aludió, precisamente, a ciertos aspectos de ese futuro eterno que siempre han preocupado a los creyentes. En primer lugar, recordó que sólo hay un curso de vida mortal (sólo se nace una vez) y que, por tanto, es falsa la creencia en la reencarnación (cfr. 24.07.1982).

En la conmemoración de todos los fieles difuntos de 1983 dijo: “la mayor parte de los hombres, cuando muere, va al Purgatorio. Muchos van al Infierno. Sólo un pequeño número de almas va directamente al Cielo” (2.11.1983). Pero, nadie debe desesperar de la salvación por pecador que sea: “Aún quien haya hecho mucho mal durante su vida, puede ir derecho al Cielo, si al final se arrepiente sinceramente de sus pecados, se confiesa y comulga” (24.07.1982).

Al ser preguntada por la realidad de la purificación post mortem aseguró: “Hay muchas almas en el Purgatorio, también de personas que se han consagrado a Dios. Orad por ellas… Os los recomiendo. Muchas almas están en el Purgatorio hace mucho tiempo porque nadie reza por ellas. En el Purgatorio hay diversos niveles: los más bajos están cerca del Infierno, mientras que los superiores se acercan gradualmente al Paraíso” (20.07.1982).

Respecto al misterio de la condenación eterna manifestó: “Hoy muchos van al Infierno. Dios permite que Sus hijos sufran en el Infierno porque han cometido culpas gravísimas (…) Las almas de los condenados no se arrepienten y continúan rechazando a Dios. Y allí lo maldicen aún más que antes, cuando estaban en la tierra. Se vuelven parte del Infierno y no quieren ser liberados de aquel lugar” (25.07.1982).

La Gospa ha mostrado el más allá a todos los videntes de Medjugorje. Pero a Vicka y Jakov, en otoño de 1981, los tomó de la mano y los llevó con Ella a visitar el Cielo, el Infierno y el Purgatorio. Ellos dan testimonio del futuro eterno que nos espera.

Desde el 24 de junio de 1981, el cielo baja cada día a la tierra, a Medjugorje. Desciende con la Gospa, nuestra Mamá celeste, que viene a nosotros desde el Reino de la luz, desde la eternidad divina en cuyo seno vive y habita en cuerpo y alma (por eso se puede aparecer, porque ciertamente tiene un cuerpo glorificado a semejanza del de Su Hijo Resucitado). Viene porque nos ama inmensamente, porque desea que vivamos santos y felices aquí en la tierra. Por eso nos toma de la mano para conducirnos a Su Hijo, el Dios de la Vida.

Quien ha visitado Medjugorje ha tenido el privilegio de pregustar la bienaventuranza eterna, de gozar y vivir la paz del cielo, su verdadero hogar, y ha sido confirmado en la fe que confiesa y que aquí es casi certeza, particularmente los últimos artículos del Credo: la comunión de los santos, la resurrección de los muertos y la vida eterna.

Gracias Mamá por amarnos tanto y cuidar de nosotros, por hablarnos de nuestro futuro eterno y por tu anhelo materno: “deseo que todos vosotros estéis conmigo en la eternidad, porque vosotros sois parte de Mí” (2.07.2014).

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