Quiero empezar mi testimonio agradeciendo a Dios y a mi querida y entrañable hermana Patty Schiller, por este lindo viaje que hice a Medjugorje. Este viaje lo había ofrecido a la Virgencita por la sanación de mi hermana, quien partió a la casa del Padre el 13 de diciembre de 2009. Aunque sabía que su curación nunca se dio, igual sentí en mi corazón que tenía que ir y conversando con una amiga, Eileen, me dijo que ir a Medjugorje sería como un homenaje a Patty, que ella se iba a sentir muy feliz. A mí particularmente me cuesta mucho viajar, dejar mi casa, mi familia, pero tomé la decisión de ir y empecé a hacer los trámites de la peregrinación. Yo pensaba: si mi hermanita estando tan enferma de cáncer, tuvo la valentía de viajar hasta allá, con muchas horas de vuelo, con diferentes escalas en diferentes países y muy agotador ¡cómo yo que estaba sana con la gracia de Dios, no iba a ir!

A partir de que tomé la decisión, comencé a recibir muchas gracias que María me comenzó a regalar, lo tomé como en agradecimiento a mi decisión de ir a su encuentro.

Cuando llegamos a Sarajevo me sentía con sentimientos encontrados, siempre en mi mente mi querida Patty que había estado allá en 2008 y que había viajado con tanta ilusión. Las casi tres horas de viaje hasta Medjugorje las pasé llorando.

Al llegar, de inmediato nos fuimos a la iglesia de Santiago Apóstol, donde encontramos a miles de personas rezando el rosario en diferentes idiomas, luego vino la Santa Misa y después la Adoración al Santísimo, era algo muy especial, no sabría cómo explicarlo, sentía como si estuviese en el cielo y que si bien es cierto extrañaba a mi familia y viceversa, yo rezaba por ellos desde allá para que todo les vaya bien. Ahí entendí que Patty estaba en mejor vida que nosotros, con esa paz y alegría que se debe sentir estando en el cielo acompañado de nuestros seres queridos que nos antecedieron y que ella siempre está rezando por su adorado esposo y sus tres hijas, sabiendo que algún día se encontrarán todos en el paraíso.

Tuvimos la suerte de estar personalmente con dos de las videntes, Mirjana y Vicka, ambas nos trasmitieron en pocas palabras lo que la Gospa pide: Ayuno (los días miércoles y viernes), Eucaristía, Confesión mensual, el rezo del Santo Rosario y la lectura de la Biblia.

Es increíble ver la fe en esas personas que van de peregrinación, rezando su rosario, las miles de comuniones que se dan allá a diario, las largas colas en los confesionarios con sacerdotes de diferentes nacionalidades e idiomas; ver en la Colina de las Apariciones (PODBRDO), que es totalmente rocosa, a personas de todas las edades, inclusive subiendo sin zapatos, por las pro- mesas que seguramente han ofrecido, en fin, si pueden ir a Medjugorje vayan, no lo duden, porque una cosa es que te cuenten y otra es vivir y sentir que estás en la sucursal del cielo. Después de estar diez días, que se nos pasaron volando, al despedirme, le pedí perdón a la Gospa por haber demorado 12 años en tomar la decisión de ir a su encuentro.

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