UNA PALABRA DE MAMA PARA HOY

Viernes 7 de Octubre de 2016

Mensaje Marija 25 de Septiembre de 2016

 

“Queridos hijos (por medio de la oración), hablarán con Él como con alguien que ya conocen”

La oración es camino de santidad. La santidad tiene como meta contemplar a Dios cara a cara, en la visión beatifica. Contemplar al que es tres veces Santo. El que nos hace santos. En esta palabra de Mamá descubrimos esa meta de llegada de la santidad, para quien se deja conducir por la Madre, a través del camino de oración. Se trata de conocer y contemplar a Dios. Se trata de alcanzar una amistad con El, en su máxima expresión: el amor. La experiencia más profunda del amor lleva a la contemplación. Se trata de un conocimiento íntimo de la persona amada. Así Dios, por medio de su Hijo, se ha acercado a nosotros para que lo conozcamos y lo contemplemos en una singular relación de amor. Dios nos ha hecho sus amigos y confidentes que, así como Moisés que podía contemplar el rostro de Yavé, también nosotros lo podemos oír, sentir, tocar y contemplar en Jesús su Hijo. “A mi siervo Moisés le hablo cara a cara. Es una visión clara, no son enigmas; él contempla la imagen de Yavé” (Ex 12,8). La Reina de la Paz está con nosotros para ayudarnos a conocer cada vez más a Dios nuestro Padre por medio del amor de su Hijo. Ella, la humilde sierva, nos llama a vivir la oración en el sentido más profundo de la fe, a fin de experimentar ya desde ahora la vida eterna, que consiste en el verdadero conocimiento de Dios y de su Hijo Jesucristo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17,3). María nos enseña que hablar con Dios por medio de la oración es ya conocerlo y amarlo. De ese modo nos alienta en la esperanza. Dejémonos conducir por medio de su amor maternal y que se cumpla en nosotros la palabra que dice: “Que el Dios de Cristo Jesús nuestro Señor, el Padre que está en la gloria, se les manifieste dándoles espíritu de sabiduría para que lo puedan conocer” (Ef 1,17).

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. María, Reina de la Paz, ruega por nosotros y por el mundo entero.

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