Cuando uno entra en las antiguas iglesias de los Franciscanos, muchas veces se ven imágenes que representan a San Francisco con una calavera a sus pies o en la mano. Ahora, la moda es poner en las manos de San Francisco, conejos o palomas… Pero anteriormente lo fueron la calavera y/o el crucifijo que son los símbolos más relacionados con San Francisco.  En los tiempos actuales, una calavera nos parece algo un tanto espantoso porque hemos olvidado el sentido que la calavera tiene en las manos de un santo.  Dicho sencillamente, la representa la sabiduría.  La idea que transmite la imagen de la calavera es la idea de la sabiduría del santo representado que meditaba en su mortalidad y sobre lo pasajeras que son las cosas del mundo. Obviamente, el crucifijo simboliza de dónde viene la respuesta a nuestra mortalidad.  ¿No es lo mismo que lo que la Virgen nos ha intentado enseñar por 35 años?

Hablamos de nuestros tiempos. Sabemos que todos los devotos de Medjugorje tienen muy presente los diez secretos de la Virgen. Recordamos entonces que son de verdad secretos y no hay porqué intentar adivinarlos.  Sin embargo, cualquiera que tenga un mínimo de percepción y sentido común puede ver que vivimos en tiempos de grandes cambios.  En mi tiempo vivido como Fraile, no puedo contar las veces en las que personas de cualquier tipo de creencia o religión se han acercado a mí porque ven el hábito Franciscano y me preguntan si pienso que estamos cerca del fin del mundo. Personas agnósticas, católicas, seglares, musulmanes, de cualquier tipo… que sienten que vivimos en tiempos raros, y es cierto.

George Weigel, autor católico y comentador político, ofreció una charla a nuestra comunidad hace 2 años.  Hablando de nuestros tiempos -y pintando con una brocha muy ancha- nos comentó que uno puede contar en la historia de la Cristiandad, más o menos, 4 o 5 grandes periodos de cambios tan grandes como el nuestro.  El primero se dio cuando la cristiandad fue legalizada en Roma y pudimos esparcir la buena nueva sin fronteras.  El segundo fue la caída de Roma, momento en el que la cristiandad se convirtió en la única institución civilizada que funcionó.  El tercero fue el cisma entre los ortodoxos y la iglesia romana fracturando la cristiandad en dos. Quinientos años después tuvo lugar el cuarto gran cambio, la Reforma, cuando la cristiandad fue balcanizada.  El quinto, se dio durante los tiempos de “la iluminación” que nos regalaron la idea tóxica que afirma que razón y  fe no son compatibles. Fruto de ello fue la Revolución Francesa.  Y, finalmente, nuestro tiempo actual, en el que la mayoría de las poblaciones que fueron cristianas tradicionalmente han rechazado a Cristo y a su iglesia casi por completo.  A lo que hay que añadir, la radicalización de islam, la inestabilidad económica mundial, la postura belicosa de los rusos y los coreanos del Norte y la panoplia de otras situaciones explosivas… ante lo cual, uno podría llegar a la conclusión de que estamos ante el fin del mundo.

Yo mismo presencié al Padre Slavko muchas veces contestando a la gente cuando le preguntaban si estábamos ante el fin del mundo.  Él siempre les contestaba con una pregunta:  ¿Estás preparado tú para el fin de “tu” mundo? Porque si estuvieras listo para eso, entonces no necesitarías preocuparte sobre el fin del mundo entero. ¡Ah, cuánta sabiduría en aquella respuesta!  Es la sabiduría de San Francisco, la de la Virgen y la contenida a lo largo de todos los siglos.

La Virgen nos ha regalado un programa sencillo y eficaz para enfrentar cualquier eventualidad en la vida del mundo.  Sabemos bien cuál es.  Vivir los sacramentos de la Eucaristía y la confesión, que nos limpian y nos dan la fuerza de Dios.  Rezar el rosario, que nos pone en contacto directo con los misterios de salvación y las gracias que Jesús ganó para cada uno de nosotros. El ayuno, que combate las tentaciones del mundo, al diablo y a la carne.  Y finalmente, la meditación de las Escrituras que nos llenan con la verdad.  La Virgen nos ha dado las únicas armas que sirven para cualquier época, pero que son sumamente necesarias en los tiempos actuales.  Con estas armas en las manos, y recordando que nadie tiene prometido tener un día más que el de hoy, podemos avanzar en la fe y afrontar nuestra época, día tras día con CALMA.  Como el Padre Pío siempre dijo, “Ore, espere y no se preocupe!”

La próxima vez que entre en una iglesia antigua puede explicar a sus amigos el por qué San Francisco tiene la calavera y el crucifijo pero ojalá que también sirva para poner en práctica la misma sabiduría representada en la calavera y el crucifijo de San Francisco.  Es una sabiduría de siglos que la Virgen quiere ayudarnos a recordar.  ¡Oigámosla!

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