En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

 

  1. ORACION AL ESPIRITU SANTO

 

“Espíritu Santo, todo mi ser está hecho para el encuentro con los hermanos. Has puesto dentro de mí el llamado a caminar con los demás. Por eso estoy aquí, en tu presencia, para pedirte que alimentes mi sentido comunitario. Quiero aprender a trabajar con los demás. Quiero evangelizar en unión con toda la Iglesia que camina. Enséñame, Espíritu Santo, a buscar caminos de diálogo y de unidad con los demás cristianos que luchan por tu Reino. Que nuestra santidad sea comprometida y comunitaria, y no busquemos salvarnos solos. Tampoco permitas que nos encerremos en pequeños grupos que se sienten superiores. Toca nuestros corazones y nuestra mirada para que aprendamos a abrirnos a todos, para que podamos llegar a todos. Y danos la sensibilidad del amor para adaptarnos a lo que ellos viven, a sus inquietudes y necesidades. Así caminaremos con ellos para extender juntos el Reino de Dios. Ven Espíritu Santo. Amén.”

 

  1. LEEMOS EL MENSAJE CON EL CORAZON DE MANERA PAUSADA

 

“Queridos hijos, amen, oren y testimonien mi presencia a todos los que están lejos. Con su testimonio y ejemplo pueden acercar los corazones que están lejos de Dios y de Su gracia. Yo estoy con ustedes e intercedo por cada uno de ustedes para que, con amor y valentía, testimonien y animen a todos aquellos que están lejos de mi Corazón Inmaculado. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”

 

  1. ORAMOS CON EL CORAZON A MARIA NUESTRA MADRE

 

“QUERIDOS HIJOS”

 

Tu amor materno me acoja ¡Oh Madre bondadosa! Tu corazón misericordioso me abrace en este momento. Dispongo mi corazón para escucharte y dejarme tocar por tus palabras ¡oh buena Madre! Soy tu hijo amado. Madre, el cielo se abre cada vez que nos dejas oír estas dulces palabras: ”Queridos Hijos”. Son el eco de la voz del Padre, que al contemplar a su Hijo, saliendo del Jordán, dice de Él, “Este es mi Hijo muy amado”. También así, por medio de tu Corazón Inmaculado, el Padre nos contempla en su Hijo y dice de nosotros estas palabras. Madre, eres portadora del amor que Dios nos tiene. Yo me cobijo en ese amor y me dejo abrazar como el niño en los brazos de su madre. Yo también te amo Madre, también eres mi querida Madre. Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Oramos en silencio y con el corazón.

 

“QUERIDOS HIJOS, AMEN, OREN Y TESTIMONIEN MI PRESENCIA A TODOS LOS QUE ESTÁN LEJOS”

 

Amor, oración y testimonio, que hermosa enseñanza, Madre Reina de la Paz. Quien podrá ser testigo sino ora, quien podrá orar sino ama. Toma mi mano ahora Bendita Mamá y llévame por este camino maravilloso de la santidad, amando, orando, testimoniando. Enséñame a ser santo. No como yo me lo imagino sino como Tú nos enseñas. Ser santos como Tu Hijo es Santo. Él es Santo porque ama. Nos enseñó que nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida. Él es Santo porque ora. Nos enseñó a llamar Padre a Dios. Nos enseñó a tener una relación de vida con su Padre a través de la oración, tal como Él lo hacía. Él es Santo porque ha dado testimonio del amor del Padre con su propia vida. Nos enseñó a vivir para los demás. Nos dio ejemplo de servicio y entrega a los hermanos. Nos enseñó así, a acercar a quienes estaban lejos del amor de Dios o se sentían excluidos. Madre, Tu presencia es amor de Dios entre nosotros. Es amor materno dado en la cruz al discípulo amado y otorgado así a todos los hombres. Madre, quiero vivir como hijo tuyo para que todos crean que Tu estas entre nosotros. Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Oramos en silencio y con el corazón.

 

“QUERIDOS HIJOS, CON SU TESTIMONIO Y EJEMPLO PUEDEN ACERCAR LOS CORAZONES QUE ESTÁN LEJOS DE DIOS Y DE SU GRACIA”

 

María, eres Madre del silencio. Tus palabras son acciones de amor, como en las bodas de Cana. Nos enseñas con tu presencia callada que el ejemplo y el testimonio de vida son más valiosos que cualquier discurso. Nos ayudas a vivir más y a hablar menos. En el cenáculo permaneciste en silencio junto a los discípulos y aunque el miedo los hacia esconderse, tu presencia maternal los mantuvo en la esperanza. Nos enseñas que somos ahora nosotros los que hemos de ayudar a quienes están lejos del amor de Dios, para que se acerquen a Él y lo conozcan. Muchos no lo conocen y no experimentan que es Padre de ellos también. Queremos dejarnos conducir por tus palabras, Madre, para colaborar en la evangelización de nuestros hermanos, como auténticos discípulos misioneros del Señor. Somos el rostro vivo de Cristo entre nuestros hermanos. Madre, toma nuestros pasos y llévanos a anunciar el amor de Dios a quienes están lejos de Él. Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Oramos en silencio y con el corazón.

 

“QUERIDOS HIJOS, YO ESTOY CON USTEDES E INTERCEDO POR CADA UNO DE USTEDES PARA QUE, CON AMOR Y VALENTÍA, TESTIMONIEN Y ANIMEN A TODOS AQUELLOS QUE ESTÁN LEJOS DE MI CORAZÓN INMACULADO”

 

Gracias Mamá por permanecer junto a nosotros como lo hiciste en el cenáculo con los discípulos. Son tantos nuestros miedos e inseguridades que se acaban nuestros ánimos. Hay tanto por hacer en bien de nuestros hermanos. El mundo se conduce a la deriva porque no es Dios quien lo guía. Tu vienes a nosotros, Madre, para impulsar nuestra fe y alentarnos en la misión que tu Hijo nos dejó: “Vayan y hagan discípulos míos a todas las gentes”. Tu presencia maternal en este momento de la historia se convierte en un nuevo amanecer misionero. Es en tu amor que quieres acercarnos al gran amor de tu Hijo. Es tu corazón de Madre, llamándonos a la conversión. Nos llamas a dejarnos amar por Dios. Tu Corazón Inmaculado es el abrazo de Dios, sanando y salvando a la humanidad en el amor de su Hijo. Tu Corazón Inmaculado triunfará. Será el amor de Cristo llenando la vida nuestra y conduciéndola al verdadero amor que hace nuevas todas las cosas. Ruega por nosotros Madre. Cobíjanos en tu regazo. Mantennos en el hueco de tu manto y haznos portadores del amor de tu Hijo que se derrama sobre el mundo a través de tu Inmaculado Corazón. Quiero ser portador de este amor. Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Oramos en silencio y con el corazón.

 

“QUERIDOS HIJOS, GRACIAS POR HABER RESPONDIDO A MI LLAMADO”

 

Como buena Madre alientas nuestra esperanza, iluminas nuestra fe y acrecientas nuestro amor, al mostrarte agradecida con nosotros. Tu agradecimiento constante en todos estos años, se convierte en un impulso misionero que nos hace llevar en el corazón y en la vida tus palabras para dar a conocer el amor de Jesús a quien no lo conoce. Agradecemos a Dios el amor de su Hijo que nos ha redimido. Agradecemos a Dios la gracia de habernos hecho hijos suyos por el bautismo. Agradecemos a Dios  tu presencia entre nosotros por tanto tiempo. Tu presencia es el rostro maternal del amor de Dios, amándonos, sanándonos, salvándonos. Bendita seas Madre, Reina de la Paz. Tu nos traes a Aquel que es nuestra Paz y en quien nosotros somos hermanos. Yo también te agradezco que me hayas llamado a tu amor. Padre Nuestro. Ave María. Gloria. Oramos en silencio y con el corazón.

 

  1. DIRIJAMOS NUESTRA PLEGARIA A MARIA NUESTRA MADRE

 

Reina de la Paz que nos llamas a tu amor. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que nos invitas a orar con la vida. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que nos pides dar testimonio de tu presencia. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que quieres que todos conozcan a tu Hijo. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que nos animas a la misión. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que nos cobijas en tu Corazón Inmaculado. Ruega por nosotros.

Reina de la Paz que en tu agradecimiento nos animas a servir. Ruega por nosotros.

 

  1. PEDIMOS LA INTERCESION DE NUESTRA MADRE

 

Dulce Madre no te alejes, tu vista de nosotros no apartes….

 

MARIA REINA DE LA PAZ. RUEGA POR NOSOTROS Y POR EL MUNDO ENTERO

 

P. RAFAEL ZACARIAS GARCIA

 

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